
La ciudad es de todos y de nadie: ningún individuo tiene derecho a dejar su huella en ella. Sólo pueden hacerlo la macroeconomía y la masa –la de compradores de viviendas, la de automovilistas...- o los fenómenos sociológicos que, por serlo, tienen permitido hacer pintadas.
Las avenidas y cascos históricos se diseñan conforme a una visión fotográfica. Lo que cuenta es su imagen de interior transitable. Todo se concibe de forma que dé lugar a buenos encuadres, de forma que no se eche de menos lo que quede fuera, cortado o desfigurado por la falta de profundidad de campo.
1 comentario:
Me gusta su indagatoria prosa.
La indagación, sí.
Eso es ya es una huella, ese impulso, si no que se lo diga el Universo: "eso no existía antes, eso, no, no existía hasta ahora".
Gracias
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