
Las verdaderas ciudades son aquellos sitios donde uno puede encontrar de todo, donde uno debería poder cruzarse con todo y seguir su camino como si nada. Todo está en la Ciudad. La Ciudad es tiempo, lenguaje, tejido. ¿Es racional, la Ciudad? Todo lo que es real es racional. Pero entonces, ¿es irracional lo irreal? Al contrario: ¡más racional todavía! (Y si A=B y C=B, entonces...) ¡Abre los ojos! ¡Pero no pienses con ellos! No encontrarás ideas inocentes en tus paseos.
Más que ninguna otra cosa, las ciudades son enormes cementerios de automóviles.
Son las nuevas murallas las autovías de circunvalación, las madejas de rotondas y derivaciones. Un intento de redefinición en el plano quirúrgico, una tentativa de expulsar una parte rechazada pretextando perfeccionarla.
Mas estos cinturones habrán de ser reemplazados cada tantos pocos años, al eclosionar un nuevo estado de ahogo, incubado como solución para el ahogo actual.
El atasco empeora aún más con cada nuevo intento de solución. Aunque existiera una sincera intención de poner fin a los problemas, no se conseguiría más que añadir un matiz personal al escenario de los atascos del futuro. Dentro de pocos años, tal vez meses, habrá que retirar la primera piedra, la placa conmemorativa con el nombre de los ediles y delegados de turno.
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