
Descubrir mediterráneos, y siempre después de haber cruzado a pie todo el continente… ¡si al menos el viaje contara por sí mismo, en sí mismo!,
Correr tras el conocimiento absoluto, alejándose más de él cuanto más se profundiza en lo que nos separa de él.
Cada lectura, en vez ser interpretada y estudiada, produce simplemente una ampliación de la lista de lecturas obligadas y pendientes; cada nuevo hallazgo es una avalancha de antecedentes necesitados de investigación.
Y no sólo los antecedentes cronológicos: también los antecedentes futuros: aquellas interpretaciones que supusieron una nueva perspectiva, los sucesos que, mientras permanecíamos encerrados en la biblioteca, se empeñaron en cancelar el sentidos que tan esforzadamente habíamos extraído.
Uno consulta en el diccionario siempre las mismas palabras.
Lo que se conoce demasiado bien y surge automáticamente en la memoria siempre inspira desconfianza.
¿En qué medida puedo garantizar que conozco qué hay detrás de las palabras que utilizo, ni siquiera de una mínima fracción de ellas?
Querer someterse a una cura de estupidez.
Prometer que en adelante no se fingirá haber entendido a quien ni siquiera se ha leído.
Llevar un inventario de lo poco que se va leyendo;
identificar las malas imitaciones hechas de lo poco que se ha asimilado, los plagios que se cometen inconscientemente en los momentos de mayor seguridad en uno mismo.
Un palimpsesto en el que lo más interesante era lo que no estaba borrado.
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