Los marineros oceánicos no trazaban una derrota, esto es, un rumbo prefijado conforme a la posición adscrita al destino en las cartas marinas.
Los nativos se orientaban mediante sucesivas y casi inconscientes improvisaciones, realizadas a partir de cada punto de referencia que aparecía en el curso de su travesía.
Del mismo modo es necesario, en las ciudades cuyas calles aún no han sido bautizadas, ni sus viviendas inventariadas y numeradas, en beneficio de la administración y el servicio de correos, improvisar cada día un nuevo mapa a partir de las propias experiencias del momento y de las referencias visuales memorizadas o facilitadas, a fin de superponerlo a los de los días anteriores, y así estudiar el conjunto al trasluz.
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