Convivencia
El hilo musical navideño que nos regala el alcalde no conseguirá jamás ocultar el fragor de las obras y desguaces. Pero sí que logra sobradamente el que debe de ser su verdadero propósito: dar la puntilla a la conversación callejera, ese absurdo trámite que creaba corros incómodos en las aceras y obligaba a las personas corteses a desperdiciar su tiempo entrecruzando banalidades. Qué gracioso vivir en una época en que los alcaldes reaccionarios se pasan las buenas formas por el forro y son los intelectuales disidentes los que reivindiquen los protocolos de antaño. Se lucha contra la hipocresía en nombre de la eficacia y el pragmatismo. Mira la hora en los parquímetros, pregunta las direcciones al servicio de atención telefónica permanente, escucha tus 6000 megas de música favorita durante cada segundo de tu vida, y sólo niégate ese placer para hablar por el telefonillo.